“Una escuela debe ser un lugar para todos los niños,
no basada en la idea de que todos somos iguales,
sino que todos son diferentes”
Loris Malaguzzi
Para quienes estamos inmersos en el plano educativo, palabras como inclusión, diversidad, necesidades, respeto, equidad, igualdad de oportunidades atención, accesibilidad….. se han convertido en parte del vocabulario clave en especial si, dentro de las aulas coexisten niños con necesidades educativas especiales derivadas de la discapacidad. Palabras que han adquirido un gran poder ya que en función de su planteamiento o exigibilidad de derechos producen cambios o rupturas en los paradigmas mentales de la población en general y que, permiten mirar y convivir en una diversidad de enfoques o miradas sujetas a varias interpretaciones que no necesariamente implican pensamientos distintos.
Conviene destacar la definición de educación inclusiva propuesta por la UNESCO (2015) “un medio eficaz para educar a todos independientemente de sus diferencias o barreras individuales o sociales”, la cual según Blanco, & Duck (2011) requiere el “planteamiento de estrategias” que permitan responder a las necesidades de atención y garanticen una igualdad de oportunidades para el acceso a la educación.
Una educación inclusiva basada en principios de justicia social y equidad, cuya finalidad es el aprendizaje y la participación de todos, a través de la eliminación de prejuicios y estereotipos que generan desigualdad, discriminación o exclusión educativa, cuyo objetivo es construir espacios educativos reflexivos y de análisis que conjuguen aspectos políticos, culturales y sociales, conocimientos, opiniones, actitudes, acciones y toma de decisiones que consideren y respondan a la pluralidad.
Esta forma de pensar producirá una actitud de cambio en directivos, docentes, padres de familia, estudiantes y en general, en toda la comunidad educativa para que se involucren con la nueva propuesta, establezcan ajustes al sistema educativo, a las metodologías de enseñanzas, a los apoyos y evaluaciones para atender las dificultades o necesidades que enfrentan los niños al estar dentro de un salón de clases.
Estas necesidades o diferencias individuales no deben ser consideradas como una barrera o un problema que hay que solucionar, sino más bien como una oportunidad para enriquecer el aprendizaje a través del uso de una variedad de estrategias que beneficien a todos los niños.
De esta forma se brindará la posibilidad de que todos sean atendidos bajo principios de equidad, los mismos que involucran (UNESCO 2017:
-Valorar la presencia, la participación y los logros de todos, independientemente de sus contextos y características personales.
- Reconocer los beneficios de la diversidad, cómo vivir con las diferencias y aprender de ellas.
- Recopilar, cotejar y evaluar evidencias sobre las barreras al acceso de los niños a la educación, a la participación y a los logros, prestando especial atención a aquellos que pueden estar más expuestos al fracaso, la marginación o la exclusión.
- Alcanzar un entendimiento común de que los sistemas educativos más incluyentes y equitativos tienen el potencial de promover la igualdad de género, reducir las desigualdades, desarrollar las capacidades de los docentes y del sistema y fomentar los entornos de aprendizaje de apoyo. Estos diversos esfuerzos, a su vez, contribuirán a una mejora general en la calidad de la educación.
- Movilizar a los principales actores claves del sistema educativo y de la comunidad para propiciar las condiciones para un aprendizaje inclusivo y una comprensión más amplia de los principios de inclusión y equidad.
- Aplicar cambios de forma eficaz y supervisar su impacto, reconociendo que el logro de la inclusión y de la equidad en la educación es un proceso continuo, más que un esfuerzo único.
Estos principios deben ser puestos en práctica por toda la comunidad educativa y en especial por los docentes dentro de las aulas, quienes contarán con la habilidad para orquestar prácticas educativas que brinden conocimiento y desarrollen aprendizajes que involucren un trabajo participativo y colaborativo en beneficio de todos sus alumnos.
Por último, cabe destacar a Carlos Orellana (2019) que afirma: “la educación inclusiva no es un hecho aislado, es una forma de vivir, una forma de ser y una forma de obrar. Es el gozo y disfrute de las diferencias y de todos los aportes que desde esas diferencias cada uno puede dar. Es la escuela abierta a toda la riqueza del ser y obrar de los humanos que conforman esa comunidad educativa en particular”.
Lcda. María Lorena Córdova González, Mgst.
Fuentes:
Blanco, R., & Duck, C. (2011). Educación Inclusiva en América Latina y el Caribe. Aula, (17), 37-55. (https://bit.ly/2B9d) (2019/01/29).
UNESCO (2015). Declaración de Incheon y Marco de Acción para la realización del Objetivo de Desarrollo Sostenible 4. Francia: UNESCO. (https://bit.ly/2ejZBWa) (2019/01/15).
UNESCO (2017). Guía para asegurar la inclusión y la equidad en la educación. ONU 75352 París 07 SP, Francia. ISBN 978-92-3-300076-6