Desde su origen la familia como grupo social, ha dado varios giros en cuanto a la forma de desempeñar sus funciones tales como reproducción, protección, sociabilización, canalización de afectos, entre otras; acorde a la sociedad en la cual se encuentre inmiscuida.
En un inicio, la mujer cumplía fundamentalmente el rol de ama de casa en el cual se encargaba netamente del hogar y por lo tanto de la familia. Hoy en día los tiempos han cambiado y tanto mamá como papá aportan económicamente y por tal razón se deben dividir los quehaceres en casa.
Antes de comenzar a hablar sobre la importancia del tiempo en familia, es necesario recordar ¿qué es una familia?, desde un concepto interdisciplinario que propone que es el grupo de dos o más personas que coexisten como unidad espiritual, cultural y socio-económica, que aún sin convivir físicamente, comparten necesidades psico-emocionales y materiales, objetivos e intereses comunes de desarrollo, desde distintos aspectos cuya prioridad y dinámica pertenecen a su libre albedrío: psicológico, social, cultural, biológico, económico y legal; por lo que me parece necesario destacar a Montero Duhalt, S (1992. P. 2), al referir que “La familia constituye un campo clave para la compresión del funcionamiento de la sociedad”.
Se preguntarán ¿por qué se inicia este artículo con el concepto de familia?, pues bien, cuando un ser humano nace, es en el seno de la familia que inicia el aprendendizaje de las normas del comportamiento que se consideran adecuadas, buenas o morales; así desde pequeños se les enseñan las creencias religiosas y se les infunde valores determinados y una serie de reglas a seguir. Estas normas, valores, reglas que inician en la familia serán de suma importancia al momento en el que ese ser humano pasa a formar parte activa dentro de la sociedad.
Se puede decir, que la familia es el medio específico en donde se genera, cuida y desarrolla la vida.
Idealmente, la familia proporciona a todos sus miembros cuidados y protección, compañía, seguridad y socialización.
La calidad de vida en el contexto familiar constituye un elemento esencial en la configuración de la calidad de vida del ser humano como tal. En este sentido, la riqueza de las condiciones y objetivos presentes en los proyectos de vida de cada unidad familiar con las realizaciones que progresivamente van consiguiendo, son fruto de un convivir armónico y de una unión que fortalece a cada uno de sus miembros y los permite desenvolverse adecuadamente y participar activamente dentro de la sociedad.
Hoy en día, la concentración en el trabajo y el estrés se han salido de control y nos han alejado del verdadero significado de la vida, que es la familia.
Vale la pena hacer el esfuerzo de encontrar un tiempo para compartir con toda la familia, pues son momentos que ayudan a que esta permanezca unida, además de proveer espacios favorables para que sus miembros se sientan seguros y confiados.
Pese a las ocupaciones y el poco tiempo del que disponemos, es necesario crear espacios espacios para desarrollar acciones que contribuyan a la comunicación, la colaboración y la valoración entre los miembros de la familia.
Cada familia es especial así como lo es cada uno de sus miembros, ellos tienen mucho que aportar dentro del seno familiar como en la comunidad, y cuando pasan tiempo juntos, las particularidades se comparten y pueden derivar en maravillosos momentos.
Actividades que realizams de manera habitual como ir al médico, al supermercado, cuidar las plantas, cocinar, etc., favorecen las relaciones familiares pues permiten la colaboración mutua, desarrollan el sentido de responsabilidad, empatía, respeto y muchas más.
En todos los contextos de la vida diaria tenemos la posibilidad de estrechar las relaciones familiares, siendo conscientes de que en esos momentos estamos junto a nuestros seres queridos y podemos conversar y disfrutar de su compañía.
Como padres debemos buscar y aprovechar instancias para compartir y disfrutar con todos los integrantes de la familia, promoviendo en nuestros hijos el interés y la iniciativa de ser parte de ellas.
La mejor manera de compartir el tiempo con la familia es jugando, el juego favorece la comunicación, podemos expresar lo que somos, lo que deseamos y lo que sentimos; ayuda a fortalecer la complicidad entre los miembros de nuestra familia, deja aflorar las emociones de una forma natural. Jugar en familia ayuda a construir una relación más sólida.
Para que se de un bienestar familiar significativo es necesario que las diferentes actividades recreativas compartidas con el niño, como caminatas, ir al parque, al cine, disfrutar de un día de campo, ir a la piscina, visitar un museo, ir a un zoológico, sean de calidad.
Dedicar a los hijos tiempo “de calidad” se ha convertido en una propuesta de la que se habla tan frecuentemente y con tanta insistencia, pero, muchas personas han caído en la trampa de creer que sólo la calidad es importante y, por ello, le restan importancia a la cantidad.
La relación con nuestros hijos no requiere que siempre se hable de temas trascendentales o fundamentales, sino que requiere ir generando los espacios para acercarnos y compartir juntos las vivencias, lo bueno y lo malo del día, lo que nos inquieta o emociona, compartir lo cotidiano de nuestra vida. Si realmente se quiere participar activamente en la formación de los hijos, no basta con dedicarles “cinco minutos al día”, aún cuando estos minutos sean de “altísima calidad”.
Una familia debe establecer, con el acuerdo de todos sus integrantes, tiempos para compartir, para convivir. Un ejemplo de ello podría ser compartir una comida diariamente, en la que todos deben participar y comprometerse a no fallar.
Aprovechar las oportunidades espontáneas. Si un hijo está viendo un programa de televisión, el padre o la madre puede acompañarlo. Ese contacto es una oportunidad para hablar acerca del tema del programa y, así, conocer la manera de pensar de los hijos y compartir con ellos sus puntos de vista.
De nada sirve dedicar más tiempo a los hijos si ese tiempo se convierte solamente en estar simultáneamente en el mismo lugar.
Para concluir es necesario recordar que cada familia tiene su propia composición, dinámica y reglas, y que sobre todo la familia debe ser como un enorme árbol que cobija y protege a sus integrantes en todas las circunstancias y etapas de la vida.
BIBLIOGRAFÍA:
Recopilado por Juana Moreno